Relatos Travestis Valencia: Isabelly Dior en Madrid. Isabelly me somete.
Autor: badmotor2008
Mediados de agosto. Vuelvo a Madrid. Unos días antes, contacto con Isabelly Dior. Coincidimos únicamente el día que llego. Cerramos la cita ese día a media mañana. Acudiré directo desde el aeropuerto, igual que en mi anterior escapada a Madrid.
El vuelo, perfecto. Plácido y cumpliendo horario. Una vez aterrizado, marco su número y le doy los buenos días. Le digo que estoy en Madrid y que salgo hacia su piso. Conozco el camino. Aunque he estado muchas veces con ella, siempre ocurre lo mismo. Cuando entro en cuenta atrás, nervios y excitación se apoderan de mi cuerpo. Con ellos transcurre el trayecto en metro hasta su zona.
Cuando estoy en su portal, vuelvo a marcar su número. Me abre y subo por las escaleras. Antes de alcanzar el rellano, la puerta se abre. Entramos (maleta y yo). Isabelly empuja la puerta y la cierra. Estoy en su guarida. Nos saludamos con dos besos. Clava sus ojazos negros en los míos. Sonrisa cómplice de mi musa. Está preciosa. Me recibe con kimono blanco y zapatos de tacón plateados. Esa es toda su ropa. Su melena, suelta. Sus uñas, largas. Esta vez, con elegante manicura francesa. No todo su atractivo es visual. Su olor resulta embriagador. Y su manera de hablar, hechizante. En cuanto suelta dos frases, sabes que te llevará donde quiera.
Encuentro su piso limpio y ordenado. Luz natural controlada por persianas y luz artificial suave con puntos de luz repartidos por el suelo de la casa. El resultado, atmósfera cálida y agradable. Huele muy bien. Diría que es aceite de coco. Ventiladores encendidos y ambiente fresco. Así, da gusto. El calor de Madrid suele ser sofocante este mes.
En cuanto suelto mi maleta, recibo la primera orden. “Arrodíllate. Dame la bienvenida”... suelta en plan autoritario. Mirada desafiante. Obviamente, obedezco. Doblo mis rodillas y me voy al suelo. Muy excitado. Ni siquiera he podido quitarme la ropa. Ella levanta el kimono con sus manos y muestra su barra de chocolate. En reposo, ya es grande. La cojo y empieza a crecer. La meto en mi boca en ese estado y la siento crecer. Me la llena. Siento su dureza en el fondo de mi garganta. Casi no recordaba la increíble sensación de mamar un pollón como el suyo.
“¿A qué esperas?... Trabaja”... suelta entonces. Me pone muy cachondo verla así de mandona. Tras varios lametones, envuelvo su polla con mis labios y succiono. Juego con ella y mi saliva. La saco toda embadurnada. Brillante. Una delicia para la vista. Larga y curvadita hacia abajo cuando está empalmada del todo. “Abre bien la boquita, anda”... escucho. Antes de metérmela en la boca, agarra mi cabeza con sus manos. No se anda con rodeos. Sabe de sobra que mi garganta puede con su tamaño. Empuja mi cabeza contra su cuerpo y embiste, haciéndome tragar chocolate. Empiezo a babear. Relajo musculatura y disfruto su follada de boca. Isabelly no afloja. Me da como si quisiera atravesarme. Todo poderío.
Da por concluido el primer acto y me manda para el baño. Ya le había dicho que me apetecía una ducha antes de entrar en materia. Al volver del baño, me la encuentro desnuda en el salón. Esperándome con la polla tiesa en su mano. ¡¡Madre mía!!... pienso al contemplar su perversa mirada. Me pone otra vez de rodillas. Quiere que siga trabajando. Pero a su estilo. Es decir, empleando sus manos. Agarra mi cabeza y sacude con fuerza. Me dan arcadas. Su polla es muy larga y la tiene totalmente dura. “Abre bien la boca. Como tu sabes”... me suelta. Me mira fijamente y sigue dándome. Su actitud no deja dudas. Ella manda.
Cambio de estancia. Nos trasladamos al cuarto y nos tumbamos en la cama. Sigo mamando. Aunque sería mejor decir, encajando su polla. “Prepárate. Hoy no va a haber piedad”... escucho entonces. “Mejor”... respondo envalentonado. Tras un rato bombeando, la saca y me da la espalda. Planta su culazo negro en mi cara y separa sus nalgas con sus manos. Su gesto es claro. Quiere que le coma el culo. Y yo, encantado con el menú. Clavo mi lengua en su agujero. De primeras, está cerrado. Pero a base de lametones, va cediendo. Saboreo y disfruto el manjar. Isabelly gime sin parar, masturbándose mientras trabajo su precioso agujerito.
Se incorpora y se gira hacia mí. Sonríe. Es el momento de asaltar mi culo. Y decide hacerlo de frente. Me tumba boca arriba, con un cojín en mis lumbares para facilitar su entrada. Enfunda su herramienta y lubrica. Los momentos previos al asalto me excitan sobremanera. Siempre ha sido así. Me pajeo pensando en lo que va a pasar. Se acerca a mí y penetra. Lo hace con delicadeza y suavidad. Conquista mi culo en cuestión de segundos. Me la ha clavado entera. En ese momento, empieza el taladreo. Impone un ritmo fuerte desde el principio. Me siento tragón y pido más. Quiero que se sienta libre. Que me folle como sé que le gusta. Isabelly se emociona. A partir de ahí, las variaciones y cambios de postura son continuos. Sin salir de mi culo, echa su cuerpo sobre el mío, aprisionándome contra el colchón. Bombea. Siento el roce de sus preciosas tetas con mis pezones. Beso las mariposas tatuadas de su cuello mientras me posee.
Volvemos al salón. Coloca una silla en el centro de la sala. Me hace subir de rodillas, apoyando mis brazos en el respaldo y con mi culo en pompa. Siento su amenazante presencia tras de mí. Me la clava de golpe y embiste. La violencia es tal, que la silla empieza a moverse por la sala. Me veo en el suelo, y ella detrás, arreándome. Decide regresar al cuarto. Más comodidad. “Ponte a cuatro patas”... ordena. La prueba de fuego. Desde siempre, la postura donde Isabelly me lleva al límite. Me la clava, agarrando fuertemente mi culo. La enculada es tremenda. Parece que quiere reventarme. Sigo aguantando su ritmo. Sale y me da una pequeña tregua. Retira el condón y acerca su pollón a mi cara. Golpea contra ella una y otra vez. Dureza total. “Abre la boca”... escucho. Agarra mi cabeza con sus manos y vuelve a follarme la boca. Esta vez, con más intensidad. Logro controlar mis arcadas. Lo paso un poco mal pero me gusta. Ser su juguete resulta tan excitante.
Nuevo cambio. “Siéntate en mi polla y te follas tú”... me dice. Se tumba con su polla apuntando al cielo. Mirando hacia ella, elevo mi culo, encajo y me dejo caer. Me muevo arriba y abajo, sintiendo el deslizar de su barra en mi ojete. Las dimensiones de su polla son perfectas para esta postura. Por mucho que uno suba, no se sale. Isabelly me dice que me folle más fuerte. Lo hago, pero no la convenzo. “Sal, que te voy a enseñar como se folla”... escucho. Tal y como esperaba, me pone a cuatro patas. Aquí es cuando no hay piedad. Empuja mi cabeza contra el colchón usando su pie, pone mi culo en alto con sus manos, y me rompe a pollazos. Chillo encajando sus potentes embestidas. ¡¡PLAS, PLAS, PLAS!!... El sonido de sus caderas chocando con mi culo. Sin pausa, la saca y me tumba boca arriba. Abre bien mis piernas y vuelvo a tenerla dentro. Taladrando sin piedad. Isabelly cumple su palabra. Echa su cuerpo encima del mío. Más pollazos. Su respiración es profunda. Lo está dando todo. Beso su cuello, ahora sudoroso por la intensidad de su follada. Su sudor sabe a sexo.
Nos vamos al baño. Me hace poner de rodillas en la bañera. Ella fuera, de pie y con su pollón en las manos. Lo acerca a mi cara y me deja mamar. Isabelly cierra los ojos, como concentrándose. Recibo su primer regalo. Justo lo que esperaba, su deliciosa lluvia dorada en mi boca. No es abundante. El chorro se va entrecortando. Trago todo lo que me da. Me dice que no la toque. Alejo mi boca de la fuente y miro hacia arriba. Sigue concentrada. La expresión de su cara cambia. Dibuja una sonrisa con sus labios y lanza un potente chorro contra mi cara. En un acto instintivo, abro la boca. Isabelly dirige su meada hacia ella. La llena al instante. Saboreo y trago su preciado oro líquido. Caliente y saladito. El chorro no cesa. Mea en mi pecho. Y en mi erecta polla. Siento su calor por todo mi cuerpo. Apunta de nuevo a mi sedienta boca. La palabra morbo se queda corta. El momento lluvia me acerca al éxtasis.
Justo cuando acaba, empieza a pajearse. Me hace abrir la boca y escupe dentro. Saboreo y trago su saliva. Todos sus fluidos me ponen. Lamo sus pelotas. Las meto en mi boca. Las paso de un lado a otro. Ella gime. Miro hacia arriba. Me deleito con sus ricas tetas. Tras ellas, su cara el placer. Sube el ritmo de sus gemidos. Estoy muy cachondo. Me masturbo rozando el punto de no retorno. No quiero acabar antes que ella. De repente... ¡¡ZAS!!... corridón en mi cara. Isabelly tiembla y delira. Abro bien mi boca. ¡¡ZAS, ZAS, ZAS!!... nuevos chorros. Ahora en mi lengua. La situación me pone demasiado. Exploto en un intenso orgasmo mientras recibo sus últimos disparos. Saboreo y trago su rica leche mientras convulsiono. La coordinación, perfecta esta vez. Y su corrida, bestial. De las más copiosas que recuerdo.
Me ha puesto perdido. Entre risas, me acerca una toalla para que me limpie un poco. En ese momento, desaparece la Isabelly “mala”. Se vuelve una chica dulce y amable. Mientras me ducho, acabo de asimilar lo que Isabelly ha hecho conmigo. A mi regreso, me trae una Coca-cola. Charlamos tumbados en la cama del cuarto. Conversar con Isabelly siempre es un placer. En ese rato, atiende alguna llamada. Para nada me importa. Además, nos hemos pasado del tiempo. Parece que viene un cliente. Me visto y nos despedimos hasta la próxima. Sé que la habrá.
Esto es lo que dio de sí mi último capítulo con Isabelly. Tercero en su piso de Madrid y decimoprimero en total. Una vez más, este relato quedó esbozado y no he podido rematarlo hasta hoy. Me encanta esta chica. Por mucho que repita, siempre me deja con ganas de más. El sexo con ella es sublime.
Mediados de agosto. Vuelvo a Madrid. Unos días antes, contacto con Isabelly Dior. Coincidimos únicamente el día que llego. Cerramos la cita ese día a media mañana. Acudiré directo desde el aeropuerto, igual que en mi anterior escapada a Madrid.
El vuelo, perfecto. Plácido y cumpliendo horario. Una vez aterrizado, marco su número y le doy los buenos días. Le digo que estoy en Madrid y que salgo hacia su piso. Conozco el camino. Aunque he estado muchas veces con ella, siempre ocurre lo mismo. Cuando entro en cuenta atrás, nervios y excitación se apoderan de mi cuerpo. Con ellos transcurre el trayecto en metro hasta su zona.
Cuando estoy en su portal, vuelvo a marcar su número. Me abre y subo por las escaleras. Antes de alcanzar el rellano, la puerta se abre. Entramos (maleta y yo). Isabelly empuja la puerta y la cierra. Estoy en su guarida. Nos saludamos con dos besos. Clava sus ojazos negros en los míos. Sonrisa cómplice de mi musa. Está preciosa. Me recibe con kimono blanco y zapatos de tacón plateados. Esa es toda su ropa. Su melena, suelta. Sus uñas, largas. Esta vez, con elegante manicura francesa. No todo su atractivo es visual. Su olor resulta embriagador. Y su manera de hablar, hechizante. En cuanto suelta dos frases, sabes que te llevará donde quiera.
Encuentro su piso limpio y ordenado. Luz natural controlada por persianas y luz artificial suave con puntos de luz repartidos por el suelo de la casa. El resultado, atmósfera cálida y agradable. Huele muy bien. Diría que es aceite de coco. Ventiladores encendidos y ambiente fresco. Así, da gusto. El calor de Madrid suele ser sofocante este mes.
En cuanto suelto mi maleta, recibo la primera orden. “Arrodíllate. Dame la bienvenida”... suelta en plan autoritario. Mirada desafiante. Obviamente, obedezco. Doblo mis rodillas y me voy al suelo. Muy excitado. Ni siquiera he podido quitarme la ropa. Ella levanta el kimono con sus manos y muestra su barra de chocolate. En reposo, ya es grande. La cojo y empieza a crecer. La meto en mi boca en ese estado y la siento crecer. Me la llena. Siento su dureza en el fondo de mi garganta. Casi no recordaba la increíble sensación de mamar un pollón como el suyo.
“¿A qué esperas?... Trabaja”... suelta entonces. Me pone muy cachondo verla así de mandona. Tras varios lametones, envuelvo su polla con mis labios y succiono. Juego con ella y mi saliva. La saco toda embadurnada. Brillante. Una delicia para la vista. Larga y curvadita hacia abajo cuando está empalmada del todo. “Abre bien la boquita, anda”... escucho. Antes de metérmela en la boca, agarra mi cabeza con sus manos. No se anda con rodeos. Sabe de sobra que mi garganta puede con su tamaño. Empuja mi cabeza contra su cuerpo y embiste, haciéndome tragar chocolate. Empiezo a babear. Relajo musculatura y disfruto su follada de boca. Isabelly no afloja. Me da como si quisiera atravesarme. Todo poderío.
Da por concluido el primer acto y me manda para el baño. Ya le había dicho que me apetecía una ducha antes de entrar en materia. Al volver del baño, me la encuentro desnuda en el salón. Esperándome con la polla tiesa en su mano. ¡¡Madre mía!!... pienso al contemplar su perversa mirada. Me pone otra vez de rodillas. Quiere que siga trabajando. Pero a su estilo. Es decir, empleando sus manos. Agarra mi cabeza y sacude con fuerza. Me dan arcadas. Su polla es muy larga y la tiene totalmente dura. “Abre bien la boca. Como tu sabes”... me suelta. Me mira fijamente y sigue dándome. Su actitud no deja dudas. Ella manda.
Cambio de estancia. Nos trasladamos al cuarto y nos tumbamos en la cama. Sigo mamando. Aunque sería mejor decir, encajando su polla. “Prepárate. Hoy no va a haber piedad”... escucho entonces. “Mejor”... respondo envalentonado. Tras un rato bombeando, la saca y me da la espalda. Planta su culazo negro en mi cara y separa sus nalgas con sus manos. Su gesto es claro. Quiere que le coma el culo. Y yo, encantado con el menú. Clavo mi lengua en su agujero. De primeras, está cerrado. Pero a base de lametones, va cediendo. Saboreo y disfruto el manjar. Isabelly gime sin parar, masturbándose mientras trabajo su precioso agujerito.
Se incorpora y se gira hacia mí. Sonríe. Es el momento de asaltar mi culo. Y decide hacerlo de frente. Me tumba boca arriba, con un cojín en mis lumbares para facilitar su entrada. Enfunda su herramienta y lubrica. Los momentos previos al asalto me excitan sobremanera. Siempre ha sido así. Me pajeo pensando en lo que va a pasar. Se acerca a mí y penetra. Lo hace con delicadeza y suavidad. Conquista mi culo en cuestión de segundos. Me la ha clavado entera. En ese momento, empieza el taladreo. Impone un ritmo fuerte desde el principio. Me siento tragón y pido más. Quiero que se sienta libre. Que me folle como sé que le gusta. Isabelly se emociona. A partir de ahí, las variaciones y cambios de postura son continuos. Sin salir de mi culo, echa su cuerpo sobre el mío, aprisionándome contra el colchón. Bombea. Siento el roce de sus preciosas tetas con mis pezones. Beso las mariposas tatuadas de su cuello mientras me posee.
Volvemos al salón. Coloca una silla en el centro de la sala. Me hace subir de rodillas, apoyando mis brazos en el respaldo y con mi culo en pompa. Siento su amenazante presencia tras de mí. Me la clava de golpe y embiste. La violencia es tal, que la silla empieza a moverse por la sala. Me veo en el suelo, y ella detrás, arreándome. Decide regresar al cuarto. Más comodidad. “Ponte a cuatro patas”... ordena. La prueba de fuego. Desde siempre, la postura donde Isabelly me lleva al límite. Me la clava, agarrando fuertemente mi culo. La enculada es tremenda. Parece que quiere reventarme. Sigo aguantando su ritmo. Sale y me da una pequeña tregua. Retira el condón y acerca su pollón a mi cara. Golpea contra ella una y otra vez. Dureza total. “Abre la boca”... escucho. Agarra mi cabeza con sus manos y vuelve a follarme la boca. Esta vez, con más intensidad. Logro controlar mis arcadas. Lo paso un poco mal pero me gusta. Ser su juguete resulta tan excitante.
Nuevo cambio. “Siéntate en mi polla y te follas tú”... me dice. Se tumba con su polla apuntando al cielo. Mirando hacia ella, elevo mi culo, encajo y me dejo caer. Me muevo arriba y abajo, sintiendo el deslizar de su barra en mi ojete. Las dimensiones de su polla son perfectas para esta postura. Por mucho que uno suba, no se sale. Isabelly me dice que me folle más fuerte. Lo hago, pero no la convenzo. “Sal, que te voy a enseñar como se folla”... escucho. Tal y como esperaba, me pone a cuatro patas. Aquí es cuando no hay piedad. Empuja mi cabeza contra el colchón usando su pie, pone mi culo en alto con sus manos, y me rompe a pollazos. Chillo encajando sus potentes embestidas. ¡¡PLAS, PLAS, PLAS!!... El sonido de sus caderas chocando con mi culo. Sin pausa, la saca y me tumba boca arriba. Abre bien mis piernas y vuelvo a tenerla dentro. Taladrando sin piedad. Isabelly cumple su palabra. Echa su cuerpo encima del mío. Más pollazos. Su respiración es profunda. Lo está dando todo. Beso su cuello, ahora sudoroso por la intensidad de su follada. Su sudor sabe a sexo.
Nos vamos al baño. Me hace poner de rodillas en la bañera. Ella fuera, de pie y con su pollón en las manos. Lo acerca a mi cara y me deja mamar. Isabelly cierra los ojos, como concentrándose. Recibo su primer regalo. Justo lo que esperaba, su deliciosa lluvia dorada en mi boca. No es abundante. El chorro se va entrecortando. Trago todo lo que me da. Me dice que no la toque. Alejo mi boca de la fuente y miro hacia arriba. Sigue concentrada. La expresión de su cara cambia. Dibuja una sonrisa con sus labios y lanza un potente chorro contra mi cara. En un acto instintivo, abro la boca. Isabelly dirige su meada hacia ella. La llena al instante. Saboreo y trago su preciado oro líquido. Caliente y saladito. El chorro no cesa. Mea en mi pecho. Y en mi erecta polla. Siento su calor por todo mi cuerpo. Apunta de nuevo a mi sedienta boca. La palabra morbo se queda corta. El momento lluvia me acerca al éxtasis.
Justo cuando acaba, empieza a pajearse. Me hace abrir la boca y escupe dentro. Saboreo y trago su saliva. Todos sus fluidos me ponen. Lamo sus pelotas. Las meto en mi boca. Las paso de un lado a otro. Ella gime. Miro hacia arriba. Me deleito con sus ricas tetas. Tras ellas, su cara el placer. Sube el ritmo de sus gemidos. Estoy muy cachondo. Me masturbo rozando el punto de no retorno. No quiero acabar antes que ella. De repente... ¡¡ZAS!!... corridón en mi cara. Isabelly tiembla y delira. Abro bien mi boca. ¡¡ZAS, ZAS, ZAS!!... nuevos chorros. Ahora en mi lengua. La situación me pone demasiado. Exploto en un intenso orgasmo mientras recibo sus últimos disparos. Saboreo y trago su rica leche mientras convulsiono. La coordinación, perfecta esta vez. Y su corrida, bestial. De las más copiosas que recuerdo.
Me ha puesto perdido. Entre risas, me acerca una toalla para que me limpie un poco. En ese momento, desaparece la Isabelly “mala”. Se vuelve una chica dulce y amable. Mientras me ducho, acabo de asimilar lo que Isabelly ha hecho conmigo. A mi regreso, me trae una Coca-cola. Charlamos tumbados en la cama del cuarto. Conversar con Isabelly siempre es un placer. En ese rato, atiende alguna llamada. Para nada me importa. Además, nos hemos pasado del tiempo. Parece que viene un cliente. Me visto y nos despedimos hasta la próxima. Sé que la habrá.
Esto es lo que dio de sí mi último capítulo con Isabelly. Tercero en su piso de Madrid y decimoprimero en total. Una vez más, este relato quedó esbozado y no he podido rematarlo hasta hoy. Me encanta esta chica. Por mucho que repita, siempre me deja con ganas de más. El sexo con ella es sublime.
Added on February 06, 2017 at 12:00 am