Relatos Travestis Valencia: Ama Jenifer en Valencia
Autor: badmotor2008
Habían pasado varios meses desde nuestra última sesión. Tenía ganas de Ama Jenifer. A finales de verano pasé unos días en la costa levantina. Ojeando la oferta de trans y chicas dominantes, me llevo una grata sorpresa al comprobar que mi ama se anunciaba en Valencia. Llamo y me confirma que son sus últimos días en esa ciudad.
Obviamente, concertamos una cita al día siguiente. Me comenta que en esa ciudad está de paso y no tiene una sala equipada como la que había en su piso de Mallorca. Pero tiene sus juguetes. Perfecto.
Último miércoles del mes de agosto. Durante el camino en coche estoy excitadísimo. Como no sé cuando podré volver a verla, le he pedido una sesión de dominación de dos horas. Será la primera vez que nos veamos en un lugar distinto al que la conocí. Recibe cerca de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Finca seminueva en una zona rodeada de hoteles. El piso está muy bien. Limpio y ordenado.
Me recibe vestida exactamente igual a la foto que adjunto más abajo. Su conjunto de latex negro dejando sus impresionantes pechos a la vista y medias de encaje estilizando sus piernas de gacela. Botas negras hasta sus rodillas. Sus tacones altos y finos elevan su figura hasta situarla por encima de mí. Su físico, imponente. Su exótica belleza, deslumbrante. Dos besos, sonrisas y charla inicial. Me ofrece bebida. Según hablamos me fijo en su rostro y demás detalles y me excito. Sus carnosos labios, sus interminables pestañas y sus bellas manos. Como si se tratara de su marca, uñas larguísimas con manicura francesa impoluta. Acabamos de concretar lo que espero de la sesión y me voy a la ducha. Dejo todo en sus manos para que resulte más excitante. Me encanta no saber qué es lo que va a ocurrir exactamente.
Salgo de la ducha. Me conduce al salón y hace que me siente en el sofá. Ella sigue preparando cosas en la habitación, donde iremos más tarde. Mientras espero, observo que hay una tela cubriendo parte del suelo del salón. En una esquina y sobre ella, algunos de los juguetes que mi ama ha seleccionado. Consoladores de varios tamaños, varios arneses, condones, látigo de tiras de cuero, una pala para azotar, un collar, esposas, y lo que parece una máscara negra. La espera se hace realmente excitante con mi mente imaginando lo que puede pasar. Ella entra y sale de la estancia en un par de ocasiones. Por cierto, el nivel de iluminación general es elevado. Es decir, se ve todo perfectamente.
Vuelve al salón. Parece que esta vez para quedarse. “Quítate la ropa”... escucho. Me levanto y abandono mis calzoncillos, lo único que llevaba puesto. Señala con su dedo índice hacia al suelo. “Ponte de rodillas y agacha la cabeza”... ordena. Y así me pongo. Ella comienza a dar vueltas alrededor de mí. Acaricia mi culo y, de repente, decide azotarlo empleando sus manos. Lo hace repetidamente. Va a por un vaso de agua. Bebe la mitad del contenido y el resto lo arroja contra mi cara. “Levántate”... me dice entonces. Lo hago, coge el collar que había en el suelo y lo fija a mi cuello. Es bastante ancho, de cuero. Mientras lo hace, mi cara está en contacto con sus tetazas. Una vez me tiene atado, estira de la cadena con fuerza haciéndome ver que soy su perrito. Da varias vueltas alrededor de mi cuello con la cadena y la deja así. “Al suelo”... me suelta. Ella se sienta en una silla y me ofrece una de sus piernas. “Venga, ya sabes lo que toca”... escucho. Agarro con suavidad con mis manos y empiezo a lamer la punta de su bota. Después, paso a la suela. Y seguidamente, mi lengua recorre toda la bota hasta alcanzar su rodilla. “El tacón. Quiero que lo chupes como si fuera una polla”... me dice. Obedezco, aunque lo hago con mucho cuidado. La punta del tacón tiene los bordes rectos, casi cortantes. Ella disfruta con la escena. Me da la otra pierna y repito los pasos. “Muy bien. Eres un buen esclavo”... escucho.
“Levántate y date la vuelta”... escucho a continuación. Coge las esposas y ata mis muñecas dejando mis brazos en mi espalda. La sensación de quedar indefenso me excita sobremanera. Las esposas se ajustan mucho a mis muñecas, provocando incluso cierta molestia. Agarra mis huevos con sus manos y los pellizca. Me quejo, aunque en el fondo me gusta. Coge mi polla y masturba. Me ponen sus juegos pasando del dolor al placer. De repente, ataca mis pezones. Pellizca ambos al mismo tiempo y estira hacia fuera. Me hace chillar. Se da la vuelta y empieza a frotar su cuerpo con el mío. Mete mano a mi paquete. Unas veces lo hace con suavidad, y otras pellizcando. Nuevas dosis alternando placer y dolor. Atado de manos como estoy, lo único que puedo hacer es lamer su espalda a la altura de sus hombros. Se da la vuelta y abre su boca. Deseo besar sus carnosos labios y lo hago. Ella saca su lengua y juega con la mía. Pero lo hace solo un instante. De repente, atrapa mi lengua con sus dientes y presiona. Escupe en mi boca. Y después en mi cara. Lo hace con ímpetu. Repite el gesto varias veces, haciéndome ver que solo soy su esclavo. “Al suelo. Túmbate boca arriba”... ordena. Ella vuelve a sentarse en la silla y me ofrece sus tacones de nuevo. “Chúpalos putita”... me suelta. Obedezco, con mucho cuidado otra vez. Apoya ambos tacones sobre mi pecho y los clava. “Levántate”... me dice entonces. Lo hago y me va empujando hasta arrinconarme contra una pared. Bofetones secos en mi cara y nuevos escupitajos. Me trago los que impactan cerca de mi boca. “No me mires a la cara”... escucho. Agacho mi cabeza y veo como sacude mi polla con su mano. Con su otra mano, pellizca mis huevos. Después hace lo mismo con mis pezones. “Date la vuelta”... ordena. Me coloco de espaldas a ella y siento como agarra mis pelotas con fuerza. Recibo más cachetes en mis nalgas. Emplea sus manos. Tras una pequeña pausa llegan unos azotes diferentes. Ha cogido el látigo de tiras de cuero, y lo emplea con saña en mi culo. La sensación de escozor que deja tras cada impacto es enorme. Está dejando su marca en mi piel.
“Quédate quieto ahí”... me dice. Obedezco y espero escuchando como ella manipula algo. No puedo verla. “Ya puedes girarte”... escucho entonces. Veo que va armada con un arnés entre sus piernas. De color negro. Buena longitud, bastante más fino en su punta. La escena me pone tanto que olvido el escozor de sus marcas en mi culo. Se sienta en la silla y se calza un condón. “Venga. A chupar polla”... ordena. La introduzco en mi boca. La sensación de comer polla de plástico es extraña. El sabor es poco agradable. La dureza, total. Me siento realmente humillado. Más que si estuviera comiendo una polla de verdad. Ama Jenifer hace que la situación sea morbosa, gimiendo como si realmente se excitara viéndome así. Al rato, coge mi cabeza con sus manos y empuja, haciendo que su polla desaparezca entre mis labios. La dureza del material y la profundidad que alcanza en mi garganta provoca mis primeras arcadas. A ella le da igual. Quiere que siga chupando. “Muy bien putita. Así me gusta”... escucho. Vuelve a escupir en mi cara. Noto como su saliva va empapando mi rostro. Me tiene un buen rato chupando. “Te gusta comer polla, ¿eh?”... me dice. Solo puedo hacer el gesto afirmativo con mi cabeza sin dejar de chupar. Ella se dedica a mirar su móvil mientras lo hago, haciendo más humillante la escena. “Ya está bien”... escucho. Me hace caminar de rodillas alrededor de la sala. Aunque el suelo sea de parquet, es bastante molesto. Pero los deseos de mi ama no se discuten. Ella se coloca tras de mí. En un momento dado, se sienta en la silla, estira del collar de perro hacia atrás y coloca sus botas en mi espalda. Inmortaliza la situación de sumisión con unas fotos. Me excita que mi ama quiera fotografiar el momento.
Me lleva al centro de la tela. Sigo con las manos atadas a mi espalda. Coloca una máscara negra en mi cabeza. La sensación es extraña. Es una máscara de perro que solo deja libres la zona de los ojos, provocando cierta sensación de agobio. Siento calor también. Sin que yo diga nada, ella abre la cremallera que hay en lo que sería el hocico y siento un poco de alivio. Hace que me tumbe boca arriba y coloque mis piernas a ambos lados de la silla donde ella está sentada. En ese momento, ella coge un consolador. Más corto y más fino que el arnés que lleva entre sus piernas. Le coloca un condón. Parece que va a por mi culete. Ella lubrica el juguete y acerca su punta a mi culo. Empuja y penetra sin dificultades. Sale y entra repetidas veces. Practica movimientos circulares mientras me pajea con su otra mano. Placer total. La escena me pone mucho. Verla con su arnés preparando lo que será su asalto hace que me venga un orgasmo de golpe. “Me corro”... es todo lo que puedo decir. Ella sigue sacudiendo mi polla hasta que ya no expulsa más leche. Sigo con el consolador en el culo. Me da papel para que me limpie. Saca el consolador y me quita las esposas.
Tras una pequeña pausa en la sesión, nos vamos al dormitorio. Allí me encuentro con una iluminación más controlada y música ambiente. Ama Jenifer sigue con su arnés puesto. “Túmbate boca arriba, que voy a follarte”... me dice. Coloca un cojín grande bajo mi espalda, de manera que deja mi culo a tiro. Retira la máscara que cubría mi cabeza. “Ahora vas a disfrutar”... escucho. Escupe en mi culo, lubrica su polla y empieza a meterla. Suavemente, la introduce hasta el fondo. Sale y entra de manera repetida, gimiendo según lo hace. De repente, cambia el ritmo y embiste con fuerza, golpeando sus caderas contra mi culo. Ahí me quejo. “Relájate”... ordena ella. Vuelve a follarme en plan suave y, súbitamente, sube el ritmo para que vuelva a chillar. Ella sonríe. No recordaba su cara de vicio al encularte. Saca la lengua y emite sonidos obscenos. “Te gustan las mujeres dominantes, ¿verdad putita?”... me suelta. Tras escupirme en la boca, saca su polla y me da un respiro. “Date la vuelta. A cuatro patas”... ordena. Me coloco en esa posición y recibo varios cachetes en mis gluteos. “Me encanta este culo”... escucho. Yo esperaba que me la clavara, pero veo que coge un consolador largo y grueso de dos cabezas. De esos que pueden usar dos personas para darse placer simultáneamente. Introduce uno de sus extremos en mi culo con dificultades. Aunque no entra del todo, logra abrirme bien el ojete con su enorme grosor. "¿Probamos este otro arnés?"... me dice señalando a uno de igual grosor que hay sobre la cama. “No lo veo claro. No entrará”... respondo. No insiste y vuelve a follarme con el que lleva puesto. Lo hace a buen ritmo. Mete mano a mis pelotas, las pellizca. Azota mi culo con sus manos. “Ahora, te follas tu. Yo estaré quieta”... ordena. Y así lo hago durante un rato. Vuelve a la carga y pasa a follarme con fuerza. Entre la caña que me da y que me he corrido hace un rato, no logro empalmar tomando por culo. La saca unos instantes y vuelve a meterla. “Me gusta follarte a cuatro patas”... me suelta. Cambios de ritmo, chillidos y primeros síntomas de fatiga en mi culo. Su follada continua provoca cierta sensación de escozor. Aunque aguanto. Me da un breve respiro y vuelve a clavármela por detrás. Me taladra otro rato y me deja libre. Eso sí, con mi ojete bien abierto. Esta chica es tremenda.
Added on December 08, 2016 at 12:00 am