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Relato Travesti Sandra Vidal - enorme tercer encuentro


Relatos Travestis Valencia: Sandra Vidal - enorme tercer encuentro

Autor: Badmotor2008

Tenía ganas de Sandra Vidal. No nos veíamos desde antes del verano. Contacto con ella y quedamos al día siguiente. Lamentablemente, tuve que aplazar la cita debido a un imprevisto. Dos semanas después no los hubo y mis ganas de estar con ella se habían multiplicado. Concertamos el encuentro el último domingo de octubre, a mitad de tarde. Según me acerco a su piso siento una mezcla de emoción y nerviosismo. Llego antes de hora y decido esperar dando una vuelta por las calles de alrededor. Un minuto después de la hora de la cita marco su número para decirle que estoy en su portal.

Subo por el ascensor. Antes de que pueda picar al timbre, se abre la puerta y no veo a nadie. Lo habitual cuando visitas a una escort. Entro y Sandra cierra la puerta. Me saluda con dos besos y su sonrisa. Está espectacular. Más alta que yo al elevarse en sus tacones. Botas negras con brillo por encima de sus rodillas (las de las tres hebillas y el cordón cruzado de sus fotos en plan ama), corsé negro justo por debajo de sus pechos y camiseta de rejilla también negra “tapándolos”. Uñas largas y arregladas, aunque sin pintar. Va maquillada con pestañas negras muy largas. Pelo suelto y liso. Como no, luce el característico color tostado de su piel. La encuentro guapísima. Se lo digo y ella sonríe agradecida.

Encuentro el piso tal cual lo recordaba. Pequeño, limpio y ordenado. La iluminación general es tenue, con luces de estrellitas verdes y rojas tipo discoteca, de las que se mueven. Pantalla plana con peli porno en marcha (en el fondo, hace de lámpara). Música de fondo e incienso quemándose. Ambiente acogedor. Charla inicial en la que me ofrece bebida. Pido agua del tiempo y me siento en la cama. Aunque estaba acordado de antemano, hablamos de lo que espero del nuevo encuentro. Sandra lo tiene claro. Le doy el dinero y paso brevemente por el aseo.

Ella está de pie. Me coloco justo delante suyo y lo primero que hace es meterme mano. Ya estoy palote y apenas hemos comenzado. Recorro con mi lengua su cuello, bajando poco a poco hasta sus pechos. Sandra retira la camiseta de rejilla ofreciéndome sus tetas. Empiezo lamiendo la zona alrededor de sus pezones. Acabo chupándolos. Están tiesos. “Quítate la ropa”... me dice ella. Quedo en gallumbos y cuando intento seguir donde lo había dejado, ella da unos pasos hacia atrás. “De rodillas”... escucho. Obedezco y me acerco hasta ella desde esta posición. Parece que Sandra tiene planes. Levanta la parte baja del corpiño y compruebo que no lleva ropa interior. Coge su polla en estado de relax y me la ofrece. La envuelvo entre mis manos y empiezo a lamer con suavidad. “Huélela”... me dice. Lo hago y compruebo que su olor es una delicia. Según voy chupando, la cosa empieza a crecer. Lo hace a largo y a lo ancho. Su grosor en reposo ya impone. Sentirla crecer en mi boca es una experiencia única. “Chupa, chupa”... escucho. Me la como enterita, rozando su cuerpo con mis labios. Sus manos agarran mi cabeza y pasan a dirigir mis movimientos. Lo que le gusta es ver como su polla desaparece entre mis labios. A mí también. “Muy bien putita”... me suelta entonces. Al sacarla puntualmente, compruebo su verdadera dimensión. Abro la boca, saco mi lengua y golpeo su polla contra ella. Vuelvo a engullir y Sandra a gemir. Me pide que me desnude del todo. Decide sentarse a los pies de la cama para estar más cómoda. Yo sigo de rodillas, sin dejar de comer polla. La encuentro deliciosa. Ella me masturba y yo sigo degustando su rico pollón. “Quítame las botas”... escucho. Así procedo. Con sumo cuidado, aflojando las correas una a una, y bajando la cremallera de la bota hasta sus pies. Primero la izquierda y después la derecha. Por cierto, esas botas son el sueño de cualquier fetichista. Altísimas y con un tacón alto de punta bien fina. Ya sin botas, echa su cuerpo hacia atrás manteniéndose cerca del borde de la cama. Yo sigo de rodillas, comiendo pollón. “Chupa justo debajo de mi polla”... me pide. Mi lengua comienza a jugar con sus huevos mientras ella se masturba. Sandra levanta sus piernas y echa su cuerpo hacia atrás hasta quedar tumbada. Me muestra su culo, ligeramente elevado sobre las sábanas. Zona limpia y perfectamente depilada, como el resto de su cuerpo. “Cómeme el culo”... escucho entonces. Lo pensaba hacer igualmente. Recordaba que en nuestra primera cita ya lo hice. En un chasquido, la punta de mi lengua está presionando su agujero. Quiero entrar pero hay resistencia. Separo sus nalgas con mis manos y empujo. Noto que se va abriendo y entro un poco más. Según gano terreno, descubro texturas y un sabor que resulta agradable. Ella gime más y más. Se masturba con firmeza mientras continúo trabajando su agujero. Mi beso negro hace que se ponga cada vez más cachonda. Me da varios pollazos en la frente. “Cómete mi polla otra vez”... escucho entonces. La tiene totalmente dura. Negra y gorda, es una polla perfecta para los que disfrutamos tragando. “Túmbate en la cama”... me dice. Me acomodo entre cojines junto al cabecero de la cama y ella se coloca encima de mí con una pierna a cada lado de mi cabeza. “Abre bien la boca”... me suelta según acerca su misil. Obedezco. Obviamente, me lo mete enterito. Una vez en mi garganta, empieza a bombear. Lo hace con decisión y potencia. No puedo hacer ni decir nada. Me folla la boca a su antojo. Controlo las arcadas pero no las lágrimas de los ojos.

De repente, sale de golpe y busca algo de la mesilla de noche. “A cuatro patas, que te voy a follar”... escucho. Ella se coloca en el lateral de la cama. “Enséñame el culo”... me dice mientras se pone un condón. Yo me preparo para recibir, masturbándome por el morbo de saber que me la va a clavar ya mismo. Lubrica su polla y mi agujero, separa mis glúteos con sus manos y se prepara para penetrarme. Ninguna indecisión por su parte. Apunta y empuja. Con habilidad y seguridad, en segundos conquista mi culo. Siento su diámetro abriéndose paso dentro de mí. Duele un poco, pero puedo aguantarlo. Además, una vez mi esfínter haya dilatado, me quedará solo disfrutar. Siento el contacto de sus pelotas en mi culo. Me la ha clavado toda entera. Sandra mantiene esa posición unos instantes. Comienza a moverse. Con suavidad. No me quejo y sube de marcha. Ya me tiene disfrutando y Sandra lo sabe. Miro a mi izquierda y veo el reflejo de nuestros cuerpos en el espejo del cabecero de la cama. La imagen nuestra de perfil me pone a cien. Esta postura si hay espejo lateral es la bomba. Me masturbo viendo como soy enculado por Sandra. “Sube más el culo”... escucho. Y así lo hago. Ella agarra con firmeza mis nalgas y empuja de manera seca, logrando mayor acople y profundidad de penetración. Me folla alternando ritmos. Sacudidas rápidas y continuas, para pasar a otras suaves y lentas. Siento sus manos sobre mi culo, manejando la situación, desplazando mi cuerpo adelante y atrás. Coloca uno de sus pies sobre la cama y sigue taladrando desde un ángulo más ladeado. Busca variantes a la postura con la que ha iniciado su asalto. “Túmbate poco a poco sobre el colchón”... me dice entonces. Lo hago y ella me sigue, sin sacar su polla de mi culo. Siento el peso de su cuerpo tumbado sobre el mío. Esta postura me parece más excitante. La encuentro más sumisa porque me deja atrapado literalmente. Me folla sin posibilidad de recular por mi parte. Ella apoya sus antebrazos en la cama y percute con fuerza. Introduzco sus pulgares en mi boca y los chupo entre gemidos. “Muy bien putita. Chupa”... escucho.

Sale y ordena que me incorpore. “A comer polla”... me suelta. Se quita el condón y engullo. Noto sabor a condón. Me pone que sea así. Además, da mucho morbo comerte la polla que te está dando por culo todavía calentita. Sandra coge el consolador negro que tiene ventosa en la base. Lo prepara colocando un condón. Lubrica y me lo mete mientras sigo tragando pollón. Como es más duro que su polla, hace un poco de daño. Es más largo también. La escena es tan morbosa que en breve me tiene disfrutando de la doble follada. Se sienta en el borde de la cama y me coloca a cuatro patas delante de ella. Me mete el consolador y lo fija a la pared. “Mientras me comes la polla te follarás el culo tú mismo”... ordena. Así hago, aunque siento algo de dolor y opto por no meterme todo el consolador. Es decir, me follo, pero no toco la pared con mi culo. Ella se da cuenta. “Venga. Fóllate el culo”... me dice. En ese momento, decide poner remedio y coloca sus pies sobre mis muslos. Empuja hacia atrás llevando mi culo hasta la pared. Intento quejarme pero su polla en mi boca me lo impide. Me siento humillado y tremendamente excitado.

Nuevo cambio. “A cuatro patas, que te quiero follar más”... escucho. Nuevo condón y me la clava de golpe. A estas alturas encajo su misil sin ningún problema. El goce es total. Sandra es una folladora nata. Sus embestidas me hacen chillar. Sobre todo cuando sus movimientos son secos y profundos. Llega donde no lo había hecho en el primer asalto. Su polla, tan gruesa como el consolador, resulta mucho más agradable al tacto. No siento las molestias que ocasionaba la polla de plástico entrando y saliendo de mi culo. Pido más caña y me la da. Sandra tiene un don. Es capaz de follarte durante mucho rato. Y no lo digo solo por este encuentro. Eso sí, le gusta ponerte a cuatro patas. Cruzo mis piernas por detrás de las suyas para evitar que salga. Coloco mis manos sobre sus glúteos y empujo acompañando sus embestidas. “Tengo ganas de correrme”... escucho tras un rato de potente taladreo. Sale de mí y me tumba en la cama. Vuelve a meterme su misil en la boca. La saca y se pajea a escasos centímetros de mi lengua. “¿Qué harás con mi leche?”... pregunta. “Saborearla”... respondo yo. Vuelve a follarme la boca. Sale y se pajea, esta vez con movimiento más seguidos. “Dame. Dame. Quiero tu leche en mi boca”... susurro al tiempo que me masturbo. La situación me pone muchísimo. Veo su cara, sus pechos y, en primer plano, su negra polla a punto de estallar. Sube el nivel de sus gemidos y atrapo su misil con mis labios. En ese momento, noto el calor de sus primeros disparos en mi boca. Saboreo brevemente y trago. Su leche es de consistencia líquida. De sabor muy dulce. La encuentro deliciosa. A cada espasmo le sigue una pequeña descarga de leche, que saboreo y trago sin desperdiciar una gota. Saca su polla de mi boca y la veo en todo su esplendor. Hay más leche que se acumula en su punta. La recojo con mi lengua y me la trago, dejando su polla bien reluciente. ¡¡Qué delicia!! Reconozco que tenía muchas ganas de probarla. En los otros encuentros con Sandra, ella no se había corrido. Además, he tenido bastante suerte porque la he pillado cargada.

Tras una breve excursión al baño, regresamos a la cama. Vuelvo a tumbarme boca arriba, acomodándome entre cojines. Sandra recupera el consolador de antes. Sin decir nada, cambia el condón y le pone lubricante. Lo introduce en mi culo, que a estas alturas se lo traga todo. Empieza follarme empleando su mano derecha. Con su otra mano, agarra mi polla y masturba. ¡¡Qué cosa más buena!! Me gustaría estirar el momento pero no hay manera. Sus trabajos manuales me llevan directo al orgasmo. Aviso y ella presiona mi polla con más fuerza. Una parte de mi leche acaba salpicando mi pecho. La otra resbala por el tronco de mi polla impregnando también sus dedos. Buenísimo final. Tras limpiamos con papel y toallitas, nos quedamos tumbados en la cama. Comentamos la jugada y pasamos a hablar de otras cosas. Como Sandra no tiene citas, estiramos el momento. Vuelve a ser la chica de voz dulce y amable que te cautiva al teléfono. Ahora bien, se vuelve perversa cuando el sexo entra en escena. Al menos conmigo.

Ducha y despedida con dos besos. En resumen. Nueva cita con Sandra al nivel de las anteriores. Mayor complicidad entre nosotros según pasan los encuentros. Su trato es sencillamente exquisito. Volveremos a vernos.


Added on May 31, 2016 at 12:00 am

Travestis de Valencia Relatos y Experiencias de Clientes. Sandra Vidal - enorme tercer encuentro


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